lunes, 21 de abril de 2008

Extremúsika. Días después.

Aquí se recoje la crónica de mi viaje, cruzado o enlazado a algún otro del que no puede contarse su final, como de éste, dos días después.
En él, he vivido la emoción en la prisa, la llegada, tantos y más, de nuevo, reencuentros; la leve inseguridad de no contar con un refugio, supeditando mi fortuna a la confianza en los hombros que me ofrecían su apoyo bajo la lluvia.
La lluvia, que ha calado hasta el último de mis huesos, a través de una capa impermeable sólo en su advertimiento; que me ha hecho bailar sobre el lodo en que he recibido y propinado golpes y rezado juramentos, y entonado a voces más himnos y poemas de los que logré escuchar con claridad, entre el estruendo eléctrico y la tormenta,
empapando hasta creerse mis pies de barro.
Y el frío, incansable, atacando a través de otros cuerpos, tratando de encumbrar al desánimo y la renuncia por encima de nuestras cabezas, esperanzado hasta el final, ajeno a las carreras semidesnudas y a los bocados de alquitrán.

Sólo temí derrumbarse todo cuando un hombre, con un parche en el ojo, con la voz desgarrada por el tequila y el dolor, cantó para mí contando la muerte de un ser querido, la ausencia repentina y sin rendición de cuentas; entonces, durante un solitario, silencioso, oscuro instante,
sentí miedo de ser como él.




Y aquí, dos días después, lo escupo, lo borro, lo tejo y lo corto, plasmándolo suciamente sobre el fondo negro.
Y me queda la música,
las heridas,
la experiencia,
la sonrisa,

y el recuerdo.
Y ansío repetirlo.

martes, 15 de abril de 2008

Extremúsika. Días antes.

Ya pasó mi marcha a tierras pacenses, y ahora, dos días después y dos días antes de mi próximo viaje, ya tengo en la cabeza el equipaje.
Han sido días de reencuentros, de amorosos y esperados reencuentros, e inesperados, claro. Días de risas, que parecen iguales en mi boca pero que no reflejan igual que las habituales. Días de notas, de música, de armonía y de susurros. Golpes, puede que alguna caída, quizás, y Poncho-k.



Apartando esto; reitero, dos días antes de mi próximo viaje tengo seguros más reencuentros esperados e inesperados, más que seguras risas, desfases, horas de euforia. Gente que se repite de lo anterior narrado, gente que no. Y ya casi siento el añorado aroma.





Y el recuerdo.
Extremúsika, allá vamos.